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Evaluación clínica de la disfagia en atención primaria

Evaluación clínica de la disfagia en atención primaria

La atención primaria desempeña un papel crucial en su detección temprana, esencial para prevenir la aparición de complicaciones graves, como la desnutrición y la neumonía por aspiración u otras patologías subyacentes.

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El diagnóstico de disfagia se establece con el fin de valorar dos características propias del acto de deglutir: 
1. Su eficacia o si el paciente es capaz de ingerir correctamente los nutrientes y el agua que necesita su cuerpo.
2. La seguridad del propio acto de tragar sin que se produzcan complicaciones respiratorias. 

Esto se observa en Atención primaria gracias a diferentes medios diagnósticos que pueden ser clínicos (historia específica de cada paciente, exploración física y la exploración clínica de la deglución mediante el Método de Exploración Clínica Volumen-Viscosidad; o bien pruebas complementarias específicas

Es importante en la observación no confundir los síntomas con otras patologías como la odinofagia (deglución dolorosa) o el globo faríngeo, que produce una parecida a la disfagia, de cuerpo extraño en el cuello, pero sin estar relacionada con la deglución.

Cómo sabemos si estamos ante un caso de disfagia. 

En algunos casos es sencillo, ya que se produce esa dificultad inicial al tragar o la sensación de que el bolo alimenticio queda atrapado o no puede realizar su recorrido.

En la reconstrucción de los síntomas específicos de cada paciente, el médico de atención primaria recaba la historia específica del caso a través de preguntas determinantes:

¿Qué síntomas se dan y dónde se producen?
Con qué tipos de alimentos ocurre la dificultad, alimentos sólidos, líquidos o ambos.
Cuánto duran los síntomas y cómo transcurren.
Cómo los describe el paciente, por ejemplo, van a más o se estabilizan, aparecen de manera intermitente...
Aparece algún otro síntoma asociado como tos o atragantamientos al comer, en qué momento, con qué tipo de alimento, con qué tipo de consistencia, carraspeo, Disfonías o cambios en la voz, dificultad para controlar la saliva, dificultad para manejar la comida en la boca.

Existen pruebas iniciales recomendadas que ayudan en la evaluación clínica. Herramientas validadas como el EAT-10 (Eating Assessment Tool), un cuestionario sencillo que evalúa la gravedad de los síntomas relacionados con la deglución o el test de volumen-viscosidad (MECV-V), una prueba funcional que permite evaluar la capacidad del paciente para tragar líquidos de diferentes densidades y volúmenes, ayudando a identificar riesgos de aspiración.

 

Criterios para derivación a especialistas

Si se sospecha disfagia, es importante derivar al paciente a un especialista en logopedia o gastroenterología para una evaluación más detallada. El logopeda puede realizar estudios más avanzados, como la videofluoroscopia o la endoscopia de fibra óptica (FEES), que permiten una visión más precisa del proceso de deglución y posibles alteraciones.

La detección temprana y la intervención adecuada pueden mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes con disfagia, reduciendo el riesgo de complicaciones graves.

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