Entre los profesionales que intervienen en su tratamiento, el logopeda juega un papel clave en la evaluación y rehabilitación de la función deglutoria.

Evaluación de la deglución

El primer paso del logopeda en el tratamiento de la disfagia es una evaluación detallada de la función de la deglución. Este proceso incluye una exploración clínica y, en algunos casos, pruebas instrumentales como la videofluoroscopia o la endoscopia. Estas herramientas permiten identificar qué fase de la deglución está afectada (oral, faríngea o esofágica) y establecer un diagnóstico preciso. El objetivo es determinar el nivel de riesgo de aspiración, es decir, cuando los alimentos o líquidos ingresan en las vías respiratorias, lo que puede derivar en neumonía.

Terapias y técnicas de intervención

Una vez evaluada la deglución, el logopeda, en colaboración con el equipo médico que trata a cada paciente, diseña un plan de tratamiento personalizado que puede incluir cambios en la textura de los alimentos, la enseñanza de técnicas de deglución compensatoria y la realización de ejercicios de rehabilitación. Entre las técnicas más utilizadas se encuentran el ejercicio de Masako, que fortalece los músculos faríngeos al tragar con la lengua sujeta entre los dientes, y la maniobra de Mendelsohn, que mejora la coordinación de los músculos implicados en la deglución elevando la laringe y manteniéndola elevada durante más tiempo.

El tratamiento que aplica el logopeda siempre se debe adaptar a la severidad del trastorno y a las capacidades de cada paciente. En casos leves, es posible que solo se requieran ajustes posturales o una serie de recomendaciones dietéticas (texturas seguras, tipos de alimentos). En casos más graves, el trabajo interdisciplinario con otros profesionales, como médicos de atención primaria o nutricionistas, es crucial. A veces, se considera necesaria la alimentación por sonda hasta que el paciente recupere la capacidad para deglutir de manera segura.

El logopeda es esencial en el tratamiento de la disfagia, no solo por su capacidad de evaluar y rehabilitar la función deglutoria, sino también por su labor en la educación del paciente y su entorno, promoviendo una mejor calidad de vida y previniendo complicaciones graves como la desnutrición y la neumonía aspirativa.